I
Déjame conocer los más hondos secretos
que hay ocultos detrás de tu sonrisa,
y enredarme cuando tus brazos abiertos
pretendan conmigo cerrarse sin prisa.
II
¡Oh!, Mujer, delicia con la que atavías
tu rostro lleno de felicidad!
Suaves me son las palabras cuando hablas
como las caricias que me das.
III
No te vayas. No te alejes como el viento
cuyo camino es un vaivén incierto.
Déjame hasta llegar la noche ... y soñar
para recordarte cuando esté despierto.
IV
Ven, lléname de ti ... ¡y luego más!
Sé benigna como el alma se llena
de todo aquello que atribuye paz
como un cielo lleno de estrellas.