Ha caído la noche y mi alma camina por el silencio de la penumbra que hoy acecha mi vida.
Camino descalzo y unas piedras hacen sangrar mis pies busco entre las ruinas un recuerdo pero sólo logro mirar una sombra que camina junto a mí.
Me detengo, y tomo un poco de aire; corro desesperado, y esa sombra me persigue. Volteó temeroso y no hay nadie.
Sigo caminando y me vuelvo a detener en aquel parque donde noche tras noche mis labios te dijeron la poesía que aún late en mi corazón.
Quizá estoy soñando pero todo parece tan real y más las lágrimas que hoy manchan este folio donde escribo el dolor que poco a poco consume a mi pobre corazón.