A una mujer ciega no le asignan un perro,
la mujer al fiel animal no lo domina,
por ello friamente se le recrimina,
y el perro le niegan persistiendo en el yerro.
Habla otra ciega y muy segura le dice,
que si no aprende, en ello le va la vida,
esta testigo le abre aún más la herida,
y ella sola en la noche se maldice.
Ella se queja y dice que es poco 24 horas,
para compenetrarse con el perro guía,
y que no quiere depender del bastón.
Por eso llama a la radio a deshoras,
porque nadie la escucha durante el día,
y solo le queda pedir ayuda y compasión.