Continuación al tema de ayer.
Así terminaba:
\"... viendo una Granada nocturna, vacía para mí y sin tener el
menor consuelo de nada.\"
\"Y luego... procurando constantemente que tu estado no se
filtre en tu poesía, porque ella te jugaría la trastada de abrir
lo más puro tuyo ante las miradas de los que no deben nunca
verlo. Por eso, por disciplina, hago estas academias precisas
de ahora y abro mi alma ante el símbolo del Sacramento, y
mi erotismo en la Oda a Sesostris, que llevo mediada.\"
Las academias no son sino composiciones creadas como
defensa contra la tentación y el peligro de que Federico
pudiera explayarse en otras composiciones sobre sus
conflictos personales. Son, pues, un muro de contención
del estado de misticismo erótico al que le conducen sus
represiones y contradicciones en una sociedad poco
abierta a sensibilidades no viriles, que incluso amigos
del poeta, como Buñuel, sin ser del todo conscientes,
contribuían a perpetuar.
Letra del poema La Tarara:
La Tarara, sí,
la Tarara, no,
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
LLeva mi Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.
Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.
Ay, Tarara loca,
mueve la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.