Alberto Escobar

Libertad

 

 

Luz de gas.

 

Hisopazos que inflige quien ostenta
el mando, Prometeo encadenado 
que resurge de su prisión, labrys
ganadas en los campos de batalla
contra los que ponen las normas.

Atreverse a tomar decisiones ante 
la mueca del que suele decidir por ti.
Ganarse el respeto de sí mismo para
que el que se suele salir con la suya
ceje en el empeño.

Ganar cada palmo de terreno cuesta
dios y ayuda, ser fiel a mí mismo es
el único camino a la victoria.

No miro nunca al sol, protejo la cera
de mis alas, miro abajo, cada paso es
un jirón de piel que se me muda en el
devenir constante hacia mi bienestar,
cada paso entraña una única manera 
de hollar mi impronta, viviéndome.

La libertad, la que se me concedió al
alba de mis primeras luces, que cedo
a cambio de sustento y sopa, aquella
sin la que no puedo timonear mi nave
porque cualquier viento sería muralla
infranqueable, aquella que me arrulla 
en un jergón de armonías donde poso
mi espalda y sueño... aquella que...

Poste a poste erijo un palenque donde
protegerme de los que construyen sus
seguridades sobre la desdicha del otro.
De los que prefieren el mal de muchos
para evitar la afrenta de enfrentarse a 
sus fantasmas y ajustar cuentas.

Cobardía, inexistente autocrítica. Dolor.
Miedo, palabras que no aparecen en mi
diccionario y son seña de identidad del
narratario de este escrito.