Quizá el árbol que he plantado no lo corte nadie,
quizá sus raíces bajen muy profundo y hallen agua;
quizá su sombra llegue a ser gruesa y abundante,
y que fuese la vejez, la que lo tumbe un día.
¡Oh, que el árbol que he plantado,
no caiga por que lo corte alguien,
y que su vida, sea tan larga... como la de un árbol!
Autor: Bernardo Arzate Benítez.