Tus ojos están cerrados,
tienes paz en tu cara,
pareces... simplemente dormida.
Te acarició dulcemente
e intento, en mi locura despertarte,
pero se que estas muerta.
Una lágrima resbala
y cae de mi rostro,
mi alma sangra gotas rotas
y en mi mente,
siento un martilleo estridente,
que rompe mis sentimientos y me destroza,
trato de modificar la percepción de mi dolor,
creí que eso permitiría aumentar
el umbral de mi tolerancia,
pero creo... que ya anuncio la muerte,
simplemente soy ya...
un cadaver andante.
P.M. Pedro Monroy Gemio