El paso intuído me ha encaminado hacia tu zona
umbría región de la existencia en el ocaso
de mi sentir:
El sur está en todas las heridas que nacen
-para hablar de un sí -desparramado y- reunido
entre fragmentos de una voz entrecortada como
el flujo de nuestra pérdida a través del juicio
de una larga noche que me habita en la pureza
que destroza a la luna nueva llena de las
sensibilidades estocadas con el filo
de lo más sincero y de la sangre estancada-
-Escucha el latir que planea, su huída
cercana-
Yo que jamás he debido de esconderme de tu angustia
atraído como el último amante al fondo del lecho pétreo
-para dar nueva vida a costa de la anulación de un ser
mí ser- o río, domando la serpiente de agua cristalina
que acecha a través de la profecía de un observarse duplicado
He caído el movimiento trémulo: un espejismo de deseos
que alucinan desembocándonos al silencio
he caído en la cuenta: de dejarse serestarquieto
en la obtusa lucidez del día no he visto sino sombras y bruma
he caído en el fuego impuro:
En la imagen dada por los días, donde toda ilusión
es imprimida por un destello claro, no niego nada
de lo que hube alguna vez visto, no niego nada
de lo que no hube aquella vez visto, soy testigo
-mis ojos mienten, el sentir de mi piel es toda mi verdad
posible- un padecer trastocado en tempestad;
madre germinadora sobre el espíritu
ejecuta tu rincón húmedo y disuelto
buscando su propia esencia fuera de sí
Y esta noche soy el sueño que he vivido
mis partes existentes se extienden puras y lastiman
con su belleza etérea los límites del sentir
Ya mañana me habré encaminado de nuevo aquí
al descender la noche otra vez, cada doce lunas
llenas, advierto, la cena en el palacio de ribetes
Un cruzar y salir de umbrales, un cambio de roles
un salir a través de mí y azul ahora expiro
siendo nubes y glaciares beben en mi pecho
Cóncavo, el nacimiento del aire
ser respiro, carne intocable
entrometiéndose en cada sueño nocturno