Amo a mis piernas
por llevarme a todas partes.
Adoro a mi corazón
por no conocer límites.
Soy veloz como el relampago,
sinfonía de la tormenta,
más rápido que una tortuga
que camina sobre la arena.
Amo a la vida,
me pierdo en la estela
de los paisajes mágicos,
en tejados colorados,
en la nostalgia estrellada de la noche.
Corro porque soy libre,
fugaz cual lucero
en el cosmo.
Me gusta ver recorrer
el rocío mañanero
de las hojas de mango,
me impacta el rugir de la hojarasca
que yace en el suelo.