Tarde radiante sin preocupaciones
compartiendo por los alrededores
una cálida brisa que delicadamente
toca las mejillas
como un beso de esa persona
que tanto estimas.
Cae la noche y se torna frío
que toda la gente anda de abrigo,
el poeta desprevenido
deambula por la avenida
sin percatar que vivirá
un trance...
mirada quebrada, personalidad hundida
en un mar de preocupaciones...
esa noche el poeta
murió y volvió a nacer.