La viajera no está como sonriente,
negras cejas señalan puro hielo
con el fin de ocultar aquel anhelo
gestos cubre su piel indiferente.
Un mechón se desmaya por su frente
-con mohín de extrañado y triste vuelo-
y a sus ojos le da como un revuelo…
Es febril con su mano diligente.
Se lo quita con guiño de indolente
entre dedos de suave terciopelo
juguetea una lágrima valiente
y el Amor se descubre por ausente.
Es fantasma escondido tras un velo
como calma abrasada y aparente.
Amalia Lateano
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