La contemplé en lontananza,
Esa preciosa princesa,
¡Cuán aumentó su belleza!
Mas se murió mi esperanza;
Se alejó con desconfianza,
Con tan ligera presteza,
Que me invadió la tristeza
Y me hirió con letal lanza;
Sin dudar, quise arrancarla
De mi herido corazón,
Mas no hice más que extrañarla
Y sufrir cruel decepción:
Mi condena es adorarla
A pesar de su traición…