Por aquel valle caminaba lúgubre,
una nube melindrosa me cubre,
me topé con sus ojos vidriosos,
son negros profundos y hermosos.
Un vestido rojo ajustado
contornean su exótica figura;
figura de armoniosa guitarra
que mi deseo agarra.
Es excitante lo que observo...
mi imaginación me la reservo.
En ese instante,
nos miramos atentamente,
lleno de deseo mi mente;
el arco iris calma la tempestad;
mis ojos se dilatan,
mi corazón vibra,
es química, es atracción,
es evidente mi excitación,
su mirada honesta delata
su humedad inferior.
Un beso flash de su mirar recibí,
llegando hasta mis entrañas;
como cosa extraña
de amor me revestí.
Supe que se sentía mojada,
qué quería que la amara,
que en el sexo la conquistara,
su mirada la delataba.
Llevaba un escote de infarto,
unos pechos de encanto;
pezones tan duros, tan duros
que pretendían romper el vestido.
¡Uy! que envidia de ese vestido
sienten sus pezones erguidos.
El poder de su intensa mirada
expresan lo mucho que me desea,
y así quería ser tratada... tantea.
Me marcho, la dejo con la idea.
Seguí mi camino, el sol me encubre,
apagando mi situación fúnebre;
ya no me siento melindroso
pues su mirar me hizo poderoso.
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Autor: Millondurango
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