Amor, dónde te has metido que aún no te encuentro. ¿Por qué huyes de mí? ¿Por qué me dejas fuera de tu lista de mortificados con esto que llaman amor?
Ojeras hay en mis ojos, y no tienen nombre. Romances fugaces me has dado, de cinco segundos o más. Melodías dedicadas a la nada. Días de desesperación y aún así no son a causa de ti.
¿Qué pasa amor? ¿No entiendes que quiero conocerte?
Me duele el corazón, me duele el alma, me duele la vida. Me dueles, amor.
Noches llenas de soledad, de insomnio, de ilusiones con la nada. Días de fragilidad. Entregando sueños a mi almohada llenos de lágrimas, canciones, palabras, sudores y algo de olores.
Oh, amor, quiero conocer el efecto.
Nombres escritos en pantallas, en cuadernos, en fotografías, en salones, en colegios, en papeles arrojados en las cestas de basura, ¿Acaso hay alguno que sea para mí?
¿Acaso es por mi forma tan taciturna? ¿O por las noches que vivo pensando en ti?
Ésto está difícil, escribir con tanta necesidad, y con tan poca inspiración. Se vuelve monótona esta ansiedad. Desesperante, y maldita ansiedad.
El tipo de hace unas horas, frágil y con el corazón roto, no pudo explicarme lo que se sienten esos besos llenos de amor, de ternura, llenos de necesidad. Sólo dijo que extrañaba a ése amor, que qué sería de él sin ella, sin su cabello, sin sus ojos, sin su sonrisa, sin su amor.
¿Por qué me absuelves de ésto? amor, maldito y olvidadizo amor. Déjame una nota al amanecer y dime que me has dejado el café preparado como a mí me gusta. Que regresas en la noche y que todo el día pensarás en mí. Ah, y agrégale un corazón al lado, con las iniciales de tu nombre.