Te he convertido en historia sublime, en mil palabras preciosas, en un refrán conocido, en un cúmulo de recuerdos vivos que sufren, que me sonríen, que me inquietan el alma.
Te llevo como bandera de batalla, como espada brillante, como el olor fragante de la mañana, como el agua que sacia mi sed, como gota de sangre en mis venas, como rosa espinosa, que aveces hiere y en ocasiones calma.
Te has transformado en tormenta intensa, en lluvia de Mayo que no para, en erupción volcánica que me fluye de adentro y con fuerza te expulsas y te esparces en medio de mis lagos, campos y montañas.
Te has hecho Divina, escultura de piedra, figura perfecta, promesa imposible, tristeza en el tiempo, alegría que necesito, pensamiento perpetuo, criatura deseada.
Te has consagrado como victoria oculta de un guerrero que perdió la batalla, cuya mejor hazaña fue conocerte, luchó por vos para tenerte, más, herido de muerte fue al tratar de olvidarte.
Carlos Güell