Ardiente recuerdo el tuyo,
Que quema mi pecho cual herida virgen.
Yace extraviado mi amor profundo
Desde aquellos días que marzo viste.
Fugaz historia... En tiempo absurdo,
Aunque enloquecido, mi corazón tuviste.
Cegó el miedo al sentimiento confuso,
Y perdí aquello que algún día me diste.
Desde entonces tu regreso busco,
Aferrada siempre a una esperanza muerta.
Si el destino escribió aquel final tan brusco,
Dudo que alguien atienda mi puerta.
Intentos fallidos de ser como antes,
Empapados siempre de dolor y pena.
¿Cuánta indiferencia para mí guardaste?
Yo tan sólo reservo tuya mi condena.
¡Tanto amor te tengo y no puedo darte!
El corazón reprocha mi actuar en la tierra.
Eres el primero a quien decidí besarle...
Cuánto daría por que hoy me quieras.
Ya me enseñaste a no ser cobarde,
¡Juro más nunca abandonar mis maneras!
Lección aprendida, lo acepto, ganaste.
¿Puede ahora mi mundo ser lo que era?
No sé si exista el odio, pero el silencio arde,
El tuyo, más que todos, arde de veras.
Aún me pregunto si para ti fui importante,
¿lo fui, o fui tan sólo una más que tuvieras?
El tiempo en mí ha pasado en balde,
Pues te amo más, de aquí a no sé dónde.
¡Qué tristeza que no haya podido olvidarte!
Tú distancia mordaz hoy me pesa el doble.
Mas entiendo al olvido si no puede llevarte,
No ha de ser fácil cargar con un alma noble,
Inteligente, carismática, fiel, interesante,
Faltan adjetivos para describir al hombre.
Y un día, escribiendo, con dolor punzante,
En el papel, reluciente, apareció tu nombre.
¿Cómo evitar deslizarse una lágrima?
Así a tu ausencia el corazón responde.
El mismo ha decidido no creer en amores,
De todos éstos se ha declarado ateo.
¡Si volviera en la vida a decir un \"Te amo\",
Vería en anagrama tú nombre, Mateo!