Azucenas, rosas libres,
impares sonetos,
cantar de mis versos,
acorralando el aura.
La edad de nuestros cuerpos,
el calor de nuestra alma,
grita solemne entre susurros,
un amor que ella encarna.
Podría pegar nuestros espíritus,
como fusiles en medio de la tempestad,
exigiendo compromiso eterno,
exigiendo el anhelo que llegué a suspirar.
Oscuras leyes,
oscura libertad,
¿dónde se mecen los colores?
¿dónde se mece la claridad?
Hojas grises
que en mi rostro se extinguen,
esparciendo una sonrisa,
de un alma desalmada,
de un corazón que apenas calla.
De unos ojos,
cuyos párpados no se cierran,
cuyas raíces no conciernan,
un dulce y desamparado cántico.
Si las edades limitaran,
un sólo pedazo de nuestro ser,
no hubieras aparecido
entre el camino de mi crecer.
Verdes hojas a mi merced
entre la lúgubre penumbra
del corazón
de lo más profundo de mi mente.
Mi existencia apenas flébil
arrodillándose ante el lamento
ante el desconsuelo
de no poder hallarse.
Pero las más míseras lágrimas,
estuvieron dedicadas a tu ser existente,
que no me bastaba ya por no poder encontrarme;
ahora no podía explorarte.
-AMS