Wellington Rigortmortiz

* …y, Llegaste tú… (Ella II)

 

Mañana de abril,

un mes nuevo, un día más

como todos o como ninguno,

eso, lo voy a definir;

la brisa fría en la habitación

viola mi calor corporal,

en mi escritorio

no hay en esta ocasión

una taza de café,

solo miles de hojas

con escritos de rencor

y de odio, todos

a punto de ser cremados

como parte de un ritual

torpe de sanación,

no recuerdo en que

me inspire para un acto

tan hilarante ahora,

por mi mente, danzaban

millones de arlequines

masturbando mis ideas,

mimos crueles

burlándose de los recuerdos

a los cuales, con sus mímicas

tratan de entretener,

y a la burda soledad

que sentada esta cómodamente

sobre el vientre del destino,

al tiempo

le es difícil adivinar el mensaje,

…lejos está de mi

la magia del arte, de la creatividad,

los sentimientos orgásmicos

que estos le producen a mi alma,

para después, poder parir

emociones y sentimientos placenteros

que se tornan físicos,

mirarlos, siempre me producen

la emoción más inexplicable

que la vida pueda otorgar,

ofrecerlos es un arcano deleite,

lo hago sin mirar a quien, quizás,

habría sido mejor fijarse antes de…;

mi filosofía de vida

había hecho que pierda la fe,

de una esquina del firmamento

en la parte más empinada del paraíso,

así veía pendiendo mi alma,

sujetándose por desgracia

de la parte más frágil de una nube,

aún tenía temor a caer,

tal vez no deseaba morir todavía

sin recibir una misericorde

caricia de esperanza, algo

que por más minúsculo que fuese

hiciera que valiera

más que solo la pena

estar aquí aun,

atravesando un sendero

de innumerables laberintos

desesperantes, llenos de frustración

confusión y duda.

 

Mas allá de toda frontera,

un alma meditabunda,

similar a la mía,

decidía dejar atrás su realidad,

aventurarse a la libertad del vacío,

vacío en el cual yo,

en picada ya estaba cayendo,

interminable es la caída,

con el paso de los días

el temor desaparece, la libertad,

dentro de una posible muerte

anula toda importancia

y el mordaz vértigo constante,

pues es millón veces mejor

una tranquilidad impuesta a aceptar

con adrenalina que corta la sangre,

a una conformista, en el descenso

por esta cascada

de viento y agua, azules

como la imaginación inflamable,

su aliento cruzó el portal

y consigo trajo no solo preguntas,

también respuestas,

por primera vez en mis días,

podía entender los códigos

sin tener que descifrarlos

por muy complejos

que sean para digerir,

la sordera que creía Dios sufría,

hacia ecos de sus palabras

golpeando todas las dimensiones

en las que ya no había querido habitar,

de momento, imposible nos es

un acercamiento de cuerpos,

se nos es permitido

solo contemplarnos en la distancia,

tan lejos y tan cerca a la vez,

separados corpóreamente,

unidos incorpóreamente,

un tira y afloja

en las paradojas irónicas del destino;

una bella flor

navegando sobre las aguas

de un cristalino arroyuelo, así

se desliza Ella por mis pensamientos,

bálsamos de sanación

son nuestras palabras, cubriendo

las heridas que la inocencia

se provocó así misma,

Ella me enseñó a aceptarlo así,

sin buscar un culpable por dolor e ira,

cada sentimiento y afecto lastimado

ha sido cubierto

con aquella misma esencia

que sangraba por las heridas

sin desear cicatrizarlas,

…mañana de abril,

medicina para el alma,

mañana de abril, eterno portal

que se cerró con tu presencia;

locura de los dos

que decidió escapar del cuadro

sobre la chimenea del olvido

en el cual prisionero balbuceaba,

pasiones y deseos, mordaces nos exigen

más cariño, más presencia,

el espíritu en ebullición

aclama nuestra presencia material,

en la caída hemos podido

tomarnos de la mano, recompensa

que agridulce nos recorre el alma,

…y llegaste tú…, logrando

que no existan palabras que explique

todo sentimiento de los dos,

que impotente la razón quede aletargada

y temblorosa buscando enamorar

todo aquello que también así lo está,

llegaste tú y todos los días

son una mañana de abril,

la caída se ha hecho lenta,

la atmósfera se ha calentado,

y el amor se ha creado

sobre las ruinas polvorientas

de traiciones, indiferencias,

desdenes y olvidos.

 

…y llegaste tú,

solo llegaste

y la eternidad se creo

con un pacto de almas

más que solo promesas humanas…

(para Krisdie)