De la arquitectura de tu cuerpo
me enamoré y en silencio te adoraba,
mas no dejé salir ningún te quiero,
siempre en silencio fueron mis plegarias.
Era el celaje de un amor eterno,
mas mis abrojos nadie los sabia,
solo el poema que, escrito en el viento,
sediento de palabras, se moría.
Hoy las melancolías resbalan de mis ojos,
tiemblo en cada gota que derramo,
duele, mas mi silencio se volvió loco
y después de morir dijo Te amo.