Dios les dió como legado
La intuición y la ternura:
En su divino jardín, crece
Todo lo que bien sembramos.
Creadas para crear:
Hacen del mundo un edén,
Transforman la humilde choza
En un sin-igual hogar.
Huelen a rosa y jazmín,
Sus caricias son de seda,
Sus amores nos subyugan
Y alientan nuestro existir.
Iluminan nuestras vidas
Con su preciosas figuras,
Tornan los vientos en brisas
Con su amor y su ternura.
Todo gira en derredor
De sus amorosas manos:
Nuestros sueños sin color
En arcoíris tornamos.
Adornan los sinsabores
Con su paciente armonía:
Fenecen las noches frías
Cuando nos brindan amores.
Cuando en sus bellas miradas
Amorosas, nos miramos:
¡La vida cambia su rumbo,
En esclavos nos tornamos!