Muchas tardes de verano estuve a tu lado cuidando tu soledad,
con mis lágrimas en las olas que acariciaban tus pies y tu alma,
y muchas noches de inviernos fui abrigo de tu dulce piel.
Recorrí tantas primaveras de tu mano,
que tengo impregnada en mi alma el aroma de sus flores
y en tantos otoños camine a tu lado pisando hojas secas
que en mis noches de soledad escucho su crujir en mi silencio.
En mis sueños y deseos no tenías un nombre y
hoy que ya te he hallado, te quiero llamar AMOR
porque el habita en ti...y
Tambíen te estuve esperando vida mía, mi corazón y mi alma
sabían que estabas ahí, aunque mis ojos no te hubiesen visto jamás.
Luz de Amanecer