Una fría nostalgia aparece,
una dócil ternura me acecha,
el clamor consume mi alma, y una
escondida sensibilidad se muestra.
El íntimo canto compadece,
una lágrima brinca de pasión,
un débil rasgueo me perfora,
y mi reprimido llanto se derrumba.
El guitarra se luce conmovido,
el canto cesa airoso, la estrofa
cúspide vuelve a derrumbarme,
y todos aplaudimos enardecidos.