Entre guerra de dioses estoy condenada por el deseo
prejuicios pecaminosos me consumen en tu santuario;
donde crucificada a tu cama, pago sacrificios de placer
y tus cuatro blancas paredes emanan efluvio de sexo
¿Dónde está tu Dios?, ¿Dónde está mi Dios?
ocultos de sus ojos; me complaces con la tibia esperma de tu cirio
que caía como estalactitas encantadora
sobre mi cuerpo lacerado por tu deseo
Sin dioses, sin religiones
somos demonios enfurecidos
que nos alimentamos de mutuo sexo
sin preocupaciones de castigos
¡Pero si quiero castigo, en este infierno de placeres!
donde mi cuerpo se acrecienta en llamas implacables
por los azotes de tu látigo endiablado
que me enloquece eh intensifica al maximus mis gemidos
Me posees con tu voz, con tu mirada
doblegándome a contorsionarme
ante tu sublime sexo erguido sin control…
y sin pudor.
¿Dónde está tu Dios?
¿Dónde está mi dios?
Tal vez… En este instante son cómplices;
de la posesión de nuestros cuerpos insaciables
Crucificada en tu cama me posees con sevicia
donde me olvido de religiones y de dioses
solo tú eres mi amo, y yo tu sumisa
que se complace entre tu cirio... ¡y esperma!.
Mia Aragon
02/06/2017