La oscuridad mordía sus pasos femeninos
mientras el aire iba subiendo temperatura.
No era difícil encontrar cual era el camino
donde empezaría por ella esta aventura.
En silencio fueron una a una las prendas
cayendo como catarata de fuego y pasión
mientras mis ojos consideraba sin vendas
el espectáculo que se hilaba sin delación.
Dulcemente, se acercó hacia mi presencia
haciendo un gesto de completa devoción:
mi corazón parecía animal con apetencia
de comerla de arriba hasta la finalización.
Ruidos, gemidos fueron la música sonora
que inundaron cada resquicio de los dos
mientras la piel tomaba un color elevado
haciendo gala los vaivenes con el sudor.
No quería que el momento se terminara.
Fue una reina de la noche con esplendor.
Esperaré pasivo para otra vez encontrarla
porque solo ella supo llamarse la pasión.