En un espejo se baña la luna
cual lentejuela que brilla en el agua,
miro extasiado la luz tan profunda
que me conmueve en el fondo del alma.
En el silencio se absorben mis dudas
sobre las aguas de seda tan suave,
tal vez los peces adoran la luna,
se quedan quietos pacientes y mudos.
Cuanto quisiera salvarla del frío
luego cubrirla con brazos de fuego,
pero al tocarla como hebras sutiles
desaparece en reflejos que encantan.
Es la ilusión de un amor extrañado
que se retrata esa noche en la playa,
en un afán de guardar mi tesoro
que ya ha partido al edén de los mares.
Lupercio de Providencia