Ella bailaba sin noción del tiempo; era el mismo tiempo
sin limitación de espacios que pudieran al fin contenerla;
mis ojos la valuaban en cada detalle de su celestial fuego
mientras los demás, de reojo, también querían tenerla.
¿Cómo explicar los movimientos de ese ángel femenino
que obnubilaba los ojos de este simple mortal a su lado?
Era pura magia desatada en la evaluación de los sentidos;
estaba resuelto, porque mi corazón se había enamorado.
Con cada nota se hacía cada vez más profundo mi sentir
pudiendo elevar mi pies al ritmo de esa música de piano;
ella me miró y ambos supimos que era nuestro devenir
formando figuras en los cielos prendidos de las manos.
Desde ese momento, dejé atrás lo que me mortificaba.
Me transforme, por la gracia de ella, en otro ángel más;
Ahora, mi misión es custodiar las estrellas desde el alba
mientras seguiremos bailando felices por la eternidad.