Espero esa silueta en la parada del bus
donde hace no mucho, donde hace no poco
aguardábamos a contraluz
lo que nos llevaría a casa.
Recuerdo esa compañía mutua,
áspera pero complementaria,
sencilla pero profunda,
donde encontré la esencia de lo esencial
en una silueta para nada extraña.
Donde nunca llovió
por que la lluvia no tenia prioridad,
la prioridad la tenía el sol que nunca
dejo de alumbrar su piel blanca
y mientras mis ojos se quemaban
los latidos me pedían pausa,
el corazón quería tomar partido.
En medio de mi engaño atormentado
por mis ríos mudos y mis amaneceres obscuros
era aquella espera de lo que nos llevaría a casa
lo que me mantenía en vida,
era la compañía de aquella silueta
para nada extraña lo que me contenía.
Y esa costumbre fue mi castigo,
algún tipo de mal mayor que traía consigo
aquella silueta a la que espere,
y la espero.
Aún