Hoy no es un día usual
mis pupilas hinchadas
mis manos desdichadas
y mi esencia melancólica
Echo de menos la luna
Mi sol vestido de arlequín
de viajero incansable
de tenaces ambiciones.
Es curioso, tengo una extraña sensación de vacío.
¿Algo ocurre?, preguntaron los personajes de la fábula.
Que mi ser está incompleto, contesté.
Que mi morada está sin amueblar.
Y mis movimientos son reptilianos.
Pero aún fuera de esta fábula tengo esa sensación.
Quizá sea malo echar tanto de menos.
Mayor independencia en mi psicomotricidad.
Un vaso de leche con galletas o una ardilla en mi vientre.
Pero no.
En mi esencia no hay un zorro.
Ni un lobo, ni una hormiga, ni si quiera una cigarra…
Debería de sintetizar mis espasmos nerviosos.
Y hacer de ellos un gran telón
Para que no se viera mi escenario.
Y el público fuera todo el encanto.
Pasemos a la moraleja, dijeron los animales.
Pero es que no hay final para este acto.
Quizás solo un “echar de menos” sea lo único que cuenta en este cuento.