Viendo pasar una espesa negrura,
en los ojos de aquella bella dama,
no distinguí cual era más oscura,
si la noche o su hermosa mirada.
Mas distinguí el perfume de la dama,
vi contonear su silueta en la noche,
como estrellas pasó por la laguna,
mas no sé si era la dama o la noche.
Nadie dijo nada de su hermosura,
liberada de aquella noche oscura,
y que difumino su dulce esencia,
y yo que la tuve sobre mi lecho,
descubriendo a la luz su bello pecho,
mudo he quedado con su presencia.