Sentada desde el ocaso de una puerta
Hay una mujer corazón entre sus manos,
Mañanas que en sus penas dibuja
A un chiquillo con la cara sucia,
Un pantalón de abriles ajados
Y una estrella con lágrimas en cada punta.
Sentada desde el ocaso de una puerta,
La tarde tiene la cara pintada,
Jeans de luto apretado
Y cabellos de blanca luna
Y viaja tan sola… tan sola como ninguna.
Sentada desde el ocaso de una puerta
Hay una mujer y ramillete de flores mustias.
En sus noches una danza de gatos
Y perros que muerden la luna,
Y sus voces le visten amarguras.
Sentada desde el ocaso de una puerta
Hay una mujer de sueños cifrados,
Espigas de trigo deseado
Y auroras que le bifurcan;
Una voz como disco rayado
Con hojas caídas del cielo y bañado de nieves injustas.
Mujer, ramillete de flores mustias.
Mujer , entre tierras distintas,
tantos corazones partidos
Mujer, la de dioses mojados.
Mujer, estos dioses también te excomulgan.
Racsonando ando