La televisión comercializa
mi alma desnuda, despues de las doce,
Da risa,
sus pies son dos plumas de gallina,
el tronco un amarillo y arrugado almohadón.
Su mano izquierda un lapíz,
la derecha un borrador,
lo que una hace la otra lo destruye.
En los ojos se ven en blanco y negro,
un par de luciérnagas dormidas,
la boca es la primera plana
de un periódico local y amarillista.
Nariz no tiene,
desde que los sentimientos se hicieron inodoros.
De su cerebro a mi cerebro
no hay demasiada diferencia,
es solo una lagrima agridulce,
como gota de limón y azúcar.
Anuncian que la pida por teléfono
a cualquier numero que empiece con ninguno.
Esto de la pornografía televisiva
me da asco
y prefiero escuchar como venden mi silencio
por la radio.