Amaré sobre todas las cosas
la poesía que brota como volcán en cada estrofa
la nube de argento que esconde las tristezas
las distancias que acortan los miedos
el deseo que siento de amar y de ser amado
Amaré el recuerdo de aquella noche
la vorágine callada que provoca una mirada
los ríos que llevan sus aguas a morir en el mar
las piedras que traen un nombre tatuado a mi orilla
Amaré cada intento desesperado de amar
Amaré en silencio cada mañana
para que el brillo del sol sea guardián fiel de la sabana
Amaré lo disímil
sin consecuencias
cada uno de mis genes que una vez fecundaron una vagina
cada vástago que mi apellido lleve con Hidalguía
Amaré mis locuras, los ciclos de la Luna
Amaré en círculos
en rectángulos
Amaré hasta la historia con sus errores
los témpanos que enfrían las Runas
los amantes que furtivos sueñan a escondidas
Amaré el grito de las montañas clamando a la lluvia
el sonido de una guitarra
un buen vino
una tonada
Amaré tanto
que al final nunca he de saber si hube de amar
o si por amar me faltó algo.