Río Quequén
¡Serpenteante brizna! ¡Filamento vivo!
Leche maternal del campo y zumo basto del cereal.
¡Tus párpados de aguas en rocas cascadas!
¡Tus láminas cristalinas de ópalos girasoles
y amarillos trigales! ¡Lámina de verdes espectros!
¡Tus aguas cual lágrimas de la tierra
van pariendo vida en la extensión terrenal!
Parque Miguel Lillo
¡Coro de aves!, ¡Espejo esmeralda!
bajo el añil paño del cielo meridional de mi ciudad.
¡Tus cantos de viento y aliento de pinos!
¡Ah! ¡Tus versos implícitos! ¡Tus versos explícitos!
¡Alma verde del sur! Cordón de bosque frondoso.
Buenos Aires y su pampa austral.
Mar y Playas
Crispador de albas, encendiendo nubes
como etéreas plumas de espuma de cielo
cual llama matriarcal de amaneceres.
Pintor de crepúsculos de finos matices
de rojos óleos marinos
satinados en cremas de plata.
Mar calmo, mar sereno e inquieto, ¡Mar Bravío!
Tu infinita extensión de arenas ¡Musa de almas!
¡Tus cantos de gaviotas y bálsamo de olas!
¡Tus médanos y grutas! ¡Tus ecos de inmensidad!
en mi suelo vivo.
Campo
¡Pan de la mesa del obrero! ¡Miel de sus hijos!
Manos rústicas forjadas en llagas de suelo.
Llanura ornamental de la lengua interior de un pueblo,
de una ciudad nacida de la tierra
abrazada por el sol y humectada por las lluvias
Del humus de tú génesis, brotó patria
de la inmensidad bendecida por Dios…
Puerto
Manos abiertas extienden su brazo del Quequén
a las saladas aguas del Atlántico sur.
Abre tus palmas,
extiende tus dedos de sustento.
Puerta natural de aguas.
Las naciones acuden a tu abrigo,
al refugio de tus granos,
al bálsamo de tú reparo.
y al calor de tu gente
Ciudad y sociedad
Cadencia de compases urbanos
en tus cromos de asfalto,
en tus calles interceptas por almas y avenidas.
En la geometría de tus cuadrículas
en tus plazas, en tus monumentos y escuelas.
En las huellas de tu historia.
y en la extensión perimetral de tus sueños
Patria de un pueblo erguido.
Sangre social de mi ciudad.