Déjame entrar en tu infinito espacio, rodear con brisas sureñas los límites de tu piel en gotas de agua cristalina.
Déjame ser ese anónimo que cada mañana con las manos puestas en su trabajo silencioso, rindo mi humilde tributo para que llegue a ti, mujer madre, esposa, amante, el pequeño fruto del esfuerzo de cada mañana y podamos así compartir el desayuno.
Soy el que ha sembrado el trigo para el pan, el que ha sembrado y luego elegido los granos maduros de café. El que ha cuidado cada brote de la yerba mate, el que encierra y ordeña para que tengas leche fresca y pura, que junto a la manteca acompañarán tus primeros momentos del día.
Soy el sembrador de ilusiones.
Déjame entrar un instante porque soy parte de tu vida, porque soy parte de la pampa sureña.