¡Madre su salud deteriorada con el paso de los años, hoy su vida se ha llevado!
Reunidos compartimos la tristeza de despedirla, pero el cielo se viste de alegría. Una santa se ha ganado.
¡Mujer valiente y única! quien a la vida siempre las batallas, más difíciles le gano y su ejemplo de grandeza, de valor y humildad, el recuerdo siempre en nuestra mente va a quedar.
La enfermedad y sus dolencias muchas veces la doblegaron. Lloró a solas y a escondidas para no molestar
¡Dolor tan profundo reservó! y ¡sus labios muy duro apretó en silencio! ni respiro, al contrario, sufrió cuando un hijo le comentaba sus problemas, de la casa y de trabajo.
Sola sufrió sus penas. Nadie de sus amigos, familiares e hijos la intentamos comprender, pero eso si creíamos ser los sabios en estar al tanto que es lo mejor que le debíamos dar y muchas veces sin contar con su opinión, nadie quizás supo entender lo que ella tenía que decir.
Que triste es la vida, madre. Amigos, familiares su juventud, trabajo usufructuaron y hoy vienen a llorar y lapidarse, repitiendo dichos y refranes populares que creen que su conciencia la han limpiado en teoría se oye hermoso, pero en la realidad es una gran mentira.
Ejemplo de humildad, lealtad, ni una gota de mezquindad, odio, rencor, ni hablar mal, juzgar, criticar, condenar a un semejante de sus labios no salió.
¡Gracias madre, por regalarme el último suspiro que jamás olvidaré!
Alejandro Chaparro Aguilar
14 de Marzo de 2017