Al principio ella creo las miradas al cielo
y me equilibrio aquí en la tierra.
Entre tinieblas supo darme luz,
así dio de sus ojos la luz a mis días y a las noches desvelos,
hubo un primer día, tardes, mañanas juntos.
Haya un firmamento en medio de esas aguas
que nunca emanaran de su rostro,
no resistiría ni un segundo verla llorar; y así fue:
ella en su mirar hizo el firmamento,
hubo un día segundo acompañado
de tardes y mañanas juntos.
Creo el amor en la tierra,
nombro mis labios mares
aún más, sembró la semilla de amor en mí,
creciendo como árbol con besos de fruto,
en más tardes, en mañanas: hubo un día tercero.
Ella dio sol a mi días y lunas a las noches con astros,
el comienzo de felices estaciones en años.
Así fue el día cuarto junto a ella.
Pululen en cosquillas seres vivientes en mi estómago,
fue el comienzo de criaturas que se multiplicaron,
me llenaron y se movieron; Ella vio que eso era bueno
y al día quinto creo en mi vientre mariposas.
Hagamos al hombre pensó ella,
no semejantes, que no se parezcan,
dudo mucho en crear me, pero al final me hizo de ella,
sometida mente encariñado,
he así que todo está muy bien al sexto día.
Entonces fueron acabados los elementos
más curiosos que un amor me ha sacado en un séptimo día
que ni siquiera hemos pasado.