No sé si alguna vez…
les haya sucedido, algo así...
Pero al mirar desde afuera,
del cristal de aquel merendero...
Uno puede saber casi fácilmente,
lo que piensa la mujer de la mesa dos
Que entre mordida de magdalena
y sorbito de leche tibia piensa:
“Quizá no fue buena idea esa…
de estar sola en este tiempo frío...
Y debí cambiar los problemas existenciales…
por un cálido roce y una caricia...
Y ahora mismo, en vez de hacer esto:
calentar las ganas en el café con leche,
Y mirar tras el cristal frío, tristemente,
en busca de aliento y dulzura falsa;
Pudiera estar al calor de la chimenea
mirándole fijo mientras él sonríe...
Irritada verdaderamente por esa risa
o por el desafío insolente de su mirada
Y dispuesta a perdonarle, ¡Maldita sea!
inmediatamente, irrevocablemente...
Luego del primer roce en mi hombro
y antes siempre, del primer beso...