No puedo elegir qué parte de vos quedarme:
Si tu sonrisa dolida, si tu llanto por desbordar el mar,
Si tus perdidas victorias, si tus derrotas cantadas.
Me gustaría elegir ésto o aquello, amarte con la misma voluntad con que me desarmas,
Como un atrapasueños tejido en el gránulo de las fotografías que archivamos.
No puedo, aunque lo desee, elegir qué parte de vos quedarme.
Estoy maldito por preferir tus gloriosas penas a tus penosas glorias.
Lo que sí puedo elegir es qué parte de mí quedarme.
Me quedaré sin manos de tanto alisar y clavar esta madera que es mi vida.
Me quedaré en silencio por mucho maldecir tu verborrea.
Me quedaré libre; de tanto dudar la verdad, la habré reinventado.
Me quedaré al costado de la eternidad fumando despacio mi propia piel.
Me quedaré en la copa alzada en tu nombre durante noches y días,
Pero me quedaré sin que sea en tu honor.