Condimentas con un poco de sal, aceite y quizás algo de vinagre.
Y.
Sin masticar.
Tragás.
Fondo blanco de palabras.
Pasaron por la garganta tan de golpe que rasparon, y a medida que el tiempo…
Se anudó un poco. No tanto, che! Lo suficiente como para poder seguir respirando.
Transgrediste la digestión. Necesitabas salir a correr. Necesitabas sentir el viento en la cara. Necesitabas que ese mismo aire recorriera tu lengua y llegara hasta tu estómago, para enfriar la acidéz.
Rapidamente asomó la Luna y junto a ella la noche. La noche, la música y las copas. Las copas y el vino. Vino en el que te sumergiste entre risas y suspiros.
Vino que alborotó las palabras no digeridas.
Palabras que salieron despedidas, en forma de vómito, desatando al fin el nudo de tu garganta.