DE PRONTO, UN DÍA, DE UN MISERABLE APRENDÍ...
De pronto, un día entendí cómo de un miserable se puede aprender tanto;
que de sus actos, que hubieron provocado tantas angustias y espantos,
hayamos asimilado enseñanzas que nos acompañan como valiosas experiencias
para definir nuestros destinos -quizás de éxitos o fracasos- en cercanas vivencias.
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Y de pronto, aprendí que de un miserable se puede comprender cómo ser valiente,
descubriendo que ser cobarde solo es una demora, tal como pasar de estar frío a caliente,
porque el cobarde se convence que no se merece al miserable, más, calladamente, lo soporta,
hasta el momento en que despierta al valor, abriendo fuego a su temor, porque él ya no le importa.
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Y ahí, casi de pronto, se cambian todas las cosas...
la vida tiene otro tenor, las posibilidades son más sabrosas;
la independencia tiene valor, la creatividad se engalana con múltiples colores,
la libertad florece como las rosas y las emociones despiertan como exquisitos sabores.
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Así me doy cuenta, de pronto, que el Miserable, al final, me tendió su mano...
me ayudó a descubrir mi Vida, casi como en compañía de un hermano...
si no hubiera sido por él, yo continuaría \"vegetando\", a su lado,
en la maldita prisión en que yo vivía, \"enjaulado\".
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Eduardo Faucheux
10-06-2017