Pensaba invitarte...
pero con eso de que tienes amante
me vuelvo loco en esperar,
y veo en las manecillas del reloj el tiempo pasar.
Ya no sé si creer que te fuiste
o que nunca llegaste,
si no me quisiste
o que nunca me amaste.
Si me perdí en encontrarte
o me morí sin amarte,
o me tragó la tierra
mientras tú te ibas... con tu amante.
Me perdí sin darme cuenta,
y tú te ibas sin la mayor tristeza,
yo me quedé enamorado,
y tú te fuiste con tu amado.
Tu destino fue otro,
no era junto al mío,
era con tu amante,
era con el potro.
¿No eras feliz?
¿No estabas contenta?
Me perdí sin darme cuenta
mientras tú te ibas sin decir.
Te amaba como cruel fiera,
mi amor era un caballo desbocado,
no tenía riendas para frenar,
y me estampé sin pecado.
Tú te fuiste al verme destrozado
y te llevaste un corazón que te pertenecía,
estaba lleno de amor puro;
te llevaste mi alegría.
Mi vida no acabó,
seguí lamentando un amor,
un amor que no era eterno,
y que para mí nunca terminó.
Me dijiste que me amabas
y que estarías a mi lado
¿Qué hice para que te fueras?
¿Te hice daño?
Aquel amante
¿Te amará como lo hice yo?
¿Te dará la vida entera?
¿Te dedicará poemas?
Ese amante debe ser un buen hombre,
se ganó un corazón que nunca tuvo residencia,
y que nunca encontró felicidad estando junto a mí
no fue coincidencia.
Te dará lo que no dí yo;
te dará su alma,
te dará su alegría
y tú lo amarás como yo te amé algún día.
Estas letras que escribo
son heridas salvajes de mi cuerpo,
de mi sangre y de mi vida,
que rasguño con melancolía.
Son aromas de la ciudad
y de mi corazón,
es un ambiente de paz
y a la vez frustración.
Me encarcelo,
me hago prisionero
prisionero de un amor
y de un corazón que no me pertenció.
Las rejas exprimieron mi pavor,
y crearon una sensación de resentimiento,
resentimiento hacia aquel hombre
que te arrastró hacia su cueva
como marea de viento.
Te fuiste sin decirme adiós
mientras yo me hundía en un amor,
amor que fue profundo
y que nunca existió en este mundo.
Dale nombre al poema
no al amor,
al amor que nunca fue verdadero
pero que es escrito con tanta pasión.
Dale nombre,
anda,
mientras yo derramo lágrimas,
lágrimas verdaderas
de un amor que no tuvo lugar
en ninguno de los dos.
Me dijo un anciano, sentado en una banca:
No te sigas lamentando
sigue con tu vida y reconcilia la alegría
que pronto la tristeza se irá si tú deseas que se vaya,
dale lugar a tus sentimientos pero también a tu pensamiento,
no te dejes engañar...
a veces nos equivocamos al amar.
Sigue de apasionado con tus poemas;
tú creas el camino,
el camino a tu felicidad.
Y desde ese momento,
no dejé que la tristeza me arrebatara todo lo preciado que tengo,
me amé infinitamente
y así, conocí el amor verdadero.