AL NIÑO DE MIS AMORES
Esta herida tan profunda, duele tanto todavía
Nunca deja de sangrar, ni de noche, ni de día
Llora el alma a escondidas, desde que se ha ido
Por eso pregunto a Dios ¿por qué lo ha permitido?
Ya no tengo su mirada, ni su sonrisa tan dulce
Ni siento sus manos, tirando de mi pollera
Su insistencia caprichosa, alegrándome la vida
Y la dicha de saberme, por él, la más querida
Si mi amor y mi recuerdo, sirvieran para entibiar
El helado y cruel sepulcro, un momento bastaría
No es posible aliviar el dolor de su partida
Solo quedó este cariño ¡tan inmenso!.. ¡Eterno!
¡No quiero felicidad! ¡Lo quiero a él a mi lado!
De las cosas de mi vida, siempre será lo Sagrado
Su ausencia es un reguero de triste soledad
Si me voy quiero encontrarlo y vivir con la Deidad