El corazón reclama un alma conocida
La vida nunca olvida sus ojos llenos de alegría
El alma misma piensa en cautiverio
Cuando el olvido y el tiempo no visitan la vida.
En una torre expectante y constante vigila
Y sus sonrisas se graban a día a día,
No hay lugar que me traiga tantos recuerdos
Como aquella torre vigía que me saludaba y me despedía.
Es un suplicio no escuchar su voz
Y más aun no volver a ver su sonrisa,
Es ella quien guarda sin yo pedir mi corazón
Que se lo llevo sin saber que se lo había entregado,
Aquel día que en un beso consumamos nuestra complicidad.
Aún recuerdo aquella torre
Donde en guardia me despedía
Aún recuerdo aquellos ojos que como estrellas se veían
Aun recuerdo aquellos labios que me hicieron conocer la dicha.
Solo me queda ese recuerdo de amor volátil,
Solo recuerdo a mi guardiana desde aquella torre
Solo recuerdo su uniforme azulado,
que cada noche desde la torre
la hacían confundir con el cielo nocturno
y en mis sueños la hacían estrella que jamás se olvida.
Ella es mi guardia a quien le entregue de por vida
Mi corazón y mi dicha quien lo vigilia día a día
Desde una torre en solitaria armonía.