Alguna vez fui el rey de este pueblo,
me sentí como el amo y señor de toda colina,
veía las sonrisas a través de la cortina
y antes mis ojos lo más bello aparecía .
Mis oídos escuchaban la dulce melodía,
mi paladar degustaba el amor,
mis ojos no sentían nada de agonía,
mis manos inspeccionaban cual bombón.
Aquellos recuerdos tan lejanos
parecen un sueño al finalizar,
ahora me encuentro postrado ante el altar
pidiendo por mi gente y perdón al marchar.
Toda mi tranquilidad
se fue sin más,
el vacío creció
y todo murió.
Me voy por voluntad,
para dejar de lastimar,
para dejar sentir
y todo el odio llevar.
Perdón gente mía,
por no poder cumplir sus expectativas,
por olvidar las reglas y dejarme llevar,
por olvidar la razón.
Llevo la marca en mi pecho
y nunca la dejaré,
a donde voy será arrepentimiento
por ser lo que tanto aborrezco.
Buscaré sufrir
y lo sentiré,
me aferraré,
y cuando sea momento
falleceré.
Tal vez así aprenda
y en mi muerte perdoneís
a este pobre viejo
que cegó el amor de ayer.