Si el mañana fuese un abismo
yo estaría en su límite,
pero abajo no yace un fin
sino más bien un renacer
y el mismo aire me tienta
a sentir su ráfaga revitalizante
y foribunda sobre mi rostro,
aún si en el fondo
la caridad de la vida
no guarde su ración para mi alma,
mientras el pasado aún se pudre
y su fetidez me aterroriza,
me despierta en sueños
y me mortaliza en el cielo.
Dime halcón del desfiladero,
cómo enfrentas el choque sin mirar al cielo
al momento en que las nostalgias
de tu pecho resbalan
y ese miedo en tus ojos se resguarda,
entre piedras filosas
tu voluntad sabe que engañan...
cómo haces que tu vuelo no sea prisionero?
Mil vidrios rotos
en un desafío al destino implacable,
una campana golpeando el silencio,
una sonrisa eclipsando al encierro
un todo o nada por tí,
inoportuno pero ésta senda
no reconoce tiempos
salvo cuando somos uno,
no acepta destellos si él mismo
imita un sol sobre tierras fértiles,
entonces pequeña inocencia
no me llores por haber vivido
o al menos, no me odies
por haberlo intentado.