Temprano esta mañana,
me robé tu foto del teléfono;
y así me atreví a tomar,
el café de tu mirada,
el café con tu mirada;
tu mirada de café, entre sorbos y suspiros;
Anoche me dijiste,
«te dormiste sentado, pobrecito»;
¡Ay vecina!
Desde anoche, sueño con saludarte, susurrando
«¡Hola! Vecina Mi Amor»;
ya no es necesario hablar o escribir;
el silencio se vuelve poético;
tus ausencias inspiran;
tu presencia me enloquece;
que tengas un lindo día, Adorada Vecina;
Continuará...
Imagen: viajareslomio.es