La espera es larga,
la ausencia corta;
todo permanece intacto,
intocado,
los saludos,
la voz,
el paso firme,
los cuerpos nerviosos,
las gavetas llenas de perfume,
el mensaje tuyo aquel,
con el \"TE AMO\" y un corazón.
Todavía nuestros rostros
se respiran
a un centímetro de lejanía,
sólo una vocal
separa nuestros labios,
que se tientan
brillando de calor.
Todavía tus senos
apuntan a mi pecho,
fusiles llenos de gloria,
armas de la construcción;
aún mis manos revisan
reptando por tu vientre,
adivinando el lujo
de poseer la piel.
Allí está la luz que abrimos,
las sábanas que descorchamos,
la puerta discreta,
las ventanas ruborizadas,
la foto en el espejo,
la música y su eco,
la ropa amándose en el suelo;
estamos tú,
estamos yo,
estamos todos,
juntos y revueltos;
combatientes,
combatidos,
combatiendo.
Mientras, en la ciudad,
el semáforo de la esquina
abre y cierra sus colores sin parar,
y el sol va resbalándose,
sin remedio,
hacia el mar.