Nos acostumbramos al dolor.
Ese amor que hay o había, se va desapareciendo y perdiendo su color. Nos acostumbramos a que nos dejen abajo una y otra vez, lo pensamos, pero nos lo guardamos, porque de nada sirve decirlo si nadie esta ahí para escucharte.
Nos acostumbramos porque piden perdón pero sin sentirlo, por encima, ¿De qué sirve un perdón si no lo sienten?
No sirve de nada ya, estar ahí.
Solo por amor, y hay veces que amas tanto que no hay ningún amor de regreso, almenos el mínimo, de todas maneras es inútil.
Espero que este dolor se cure, y que en vez de que el color se desvanezca, que el color se haga más cálido y que de lo cálido que este nunca se desaparezca, ni un poco,
Y si de eso se tratará entonces sí me quedo.
Sí valdria la pena esperar.