Allí estaba:
Era un hombre con su tajo
Era un tajo con su hombre
Hijo del encuentro del coraje y una esquina,
novedoso y nuevo, recién estrenado y venido a este mundo.
Encarnado en el vientre, brillante de escarlata,
sangrante de alegría, desbordante de bilis y ternura.
Amoroso, profundo, íntimo y final.
La última caricia de esta vida
fue directa a sus entrañas,
Y en los suspiros y jadeos de ese beso,
lentamente, lo disolvió en su nada.