Las calles de la gran urbe,
huelen a muerte y al olvido,
los parques son fachadas,
para el aire nauseabundo
que recorre la ciudad.
Una selva de cemento, que devora sin piedad,
aire de miseria, el que deja en su andar,
y caminas tu! , alma en pena,
! no ves que agoniza!
lo que un dìa fue tu hogar.
Y no veis al horizonte, ni las profundas heridas,
las murallas de ladrillo, hoy reemplazan las montañas,
y gime vuestra tierra y dueles hasta las entrañas,
ciudad en llamas, de causas perdidas.
¡Mirad hombre lo que con tus manos destruyes!
acaso no veis como surge el infierno,
¡ acaso no veis !el canto que implora nuestra madre tierra.
y sois la fortuna y la avaricia, !corre cobarde huye¡.